jueves, 5 de junio de 2008

La era de los androides

Muchos ingenieros del siglo XVII enfocaron la emulación de la figura humana como centro de sus esfuerzos. El más notable fue el francés Pierre Jacquet Droz, cuyas figuras sorprendieron a la corte de Luis XVI y a los asombrados espectadores de la clase trabajadora. Se trata de piezas artesanales, construidas según los principios de la relojería, que hoy brillan en el museo de Neuchatel, Suiza, como los autómatas más famosos de todos los tiempos y primeros antecedentes genuinos de la inteligencia artificial.

Uno de ellos es un niño dibujante sentado a su escritorio con una pluma en la mano. Al activarse su mecanismo, traza en un pequeño cuadro de papel los retratos de María Antonieta y otros personajes de la época. También dibuja la imagen sencilla, pero realista de un perro. Otra figura es un niño escritor que hasta la fecha es capaz de anotar en su cuaderno la famosa frase de René Descartes "pienso, luego existo", y oraciones de hasta cuarenta palabras.

La tercera figura de esta generación es una joven que toca cinco piezas, sin equivocarse, en el clavicordio que tiene enfrente; puede seguir con la mirada el paso de sus dedos por el teclado y por momentos hasta suspira. El verdadero interés de este grupo radica en que funcionan en forma independiente, a diferencia de otros modelos contemporáneos (como el célebre Jugador de Ajedrez) en los que había trampa; un ser humano era quién decidía los movimientos en el tablero.
La producción de estas figuras decayó a partir del siglo XIX. Por una parte, escasearon las personas dispuestas a financiarlas. Por otra, el auge industrial hizo que hubiera menos artesanos capaces de construirlas. El último de ellos fue Peter Carl Fabergé (1846-1920), creador de piezas mecánicas hermosas y delicadas que contaron con el apoyo económico de los últimos zares de Rusia.

Vida limitada - Los primeros autómatas desarrollaron tareas repetitivas que se podían igualar con un complejo sistema, y es así como se comienza a crear máquinas capaces de repetir las mismas labores que el hombre realizaba. En el tablero.


Fuente: Revista Muy Interesante JUL-07

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